"Miro hacia atrás y veo que me ha rodeado siempre una cerca encrespada de vidrios
rotos y de cristales puntiagudos. ¿Quién me encerró con ella? ¿Quién podría saltarla sin
desangrarse? Ni un solo momento de mi vida puedo considerarlo feliz. Ni siquiera
cuando he tratado de engañarme. Todo lo que me importaba se me ha acercado sólo
para decirme adiós.
Que no se pongan moños los que escriben, ya lo hagan bien ya mal: eso nadie lo sabe
hasta después. Porque todo es literatura. En el sentido estricto y en el despectivo a la
vez. Si no se escribe, si no se cuenta, nada existe ni dura. Aunque parezca susurrada,
secreta o al menos sigilosa, la política es literatura en cuanto trata de explicarse y de
proliferar. Y en cuanto trata de convencer y apear sus absurdos, la teología es también
literatura en el peor sentido de la palabra. Y la justicia y la economía y el latrocinio y la
desigualdad de clases. Y, por encima de todo, el amor: una moneda muy valiosa que no
sirve para comprar absolutamente nada. (Voltaire atisbó algo: «Curtir la piel del oso que
devoró a Abacaba no consuela.») O la cenestesia, ese resumen de nuestro interior y de
nuestro exterior, esa confusa síntesis de nuestras sensaciones.
No sé el tiempo que llevo sin escribir. No me interesa ya. Me deprime. Me parece un
infantilismo. Es para escribir contra el escribir (y también contra el no escribir) por lo
que hoy, después de estar vagando por esta ciudad inhabitable, subo a mi par de
humildes habitaciones, donde no hay nada personal, nada me recuerda a nadie, ni a mí
misma, y cojo una cuartilla escrita por la otra cara con una diligencia del juzgado
número 38 de Madrid, dirigida a no sé quién ni me importa, y que tampoco sé cómo ha
llegado hasta mis manos. El folio del que formaba parte va acompañado de otro, que
sugiere cómo burlar la ley a golpe de talonario. También eso es literatura... Lo es hasta
lo que no se escribe y en consecuencia no puede leerse. Cuanto se relata y se obra, se
obra y se relata como literatura. Todo lo que acontece es literatura o nada."
rotos y de cristales puntiagudos. ¿Quién me encerró con ella? ¿Quién podría saltarla sin
desangrarse? Ni un solo momento de mi vida puedo considerarlo feliz. Ni siquiera
cuando he tratado de engañarme. Todo lo que me importaba se me ha acercado sólo
para decirme adiós.
Que no se pongan moños los que escriben, ya lo hagan bien ya mal: eso nadie lo sabe
hasta después. Porque todo es literatura. En el sentido estricto y en el despectivo a la
vez. Si no se escribe, si no se cuenta, nada existe ni dura. Aunque parezca susurrada,
secreta o al menos sigilosa, la política es literatura en cuanto trata de explicarse y de
proliferar. Y en cuanto trata de convencer y apear sus absurdos, la teología es también
literatura en el peor sentido de la palabra. Y la justicia y la economía y el latrocinio y la
desigualdad de clases. Y, por encima de todo, el amor: una moneda muy valiosa que no
sirve para comprar absolutamente nada. (Voltaire atisbó algo: «Curtir la piel del oso que
devoró a Abacaba no consuela.») O la cenestesia, ese resumen de nuestro interior y de
nuestro exterior, esa confusa síntesis de nuestras sensaciones.
No sé el tiempo que llevo sin escribir. No me interesa ya. Me deprime. Me parece un
infantilismo. Es para escribir contra el escribir (y también contra el no escribir) por lo
que hoy, después de estar vagando por esta ciudad inhabitable, subo a mi par de
humildes habitaciones, donde no hay nada personal, nada me recuerda a nadie, ni a mí
misma, y cojo una cuartilla escrita por la otra cara con una diligencia del juzgado
número 38 de Madrid, dirigida a no sé quién ni me importa, y que tampoco sé cómo ha
llegado hasta mis manos. El folio del que formaba parte va acompañado de otro, que
sugiere cómo burlar la ley a golpe de talonario. También eso es literatura... Lo es hasta
lo que no se escribe y en consecuencia no puede leerse. Cuanto se relata y se obra, se
obra y se relata como literatura. Todo lo que acontece es literatura o nada."
"Los papeles de Agua", Antonio Gala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario