Era una noche cualquiera, negra y brillante.
Ella cerró la puerta hacia lo perdido y probó suerte. Nunca supo lo que había al otro lado de la puerta hasta que la cruzó; mientras tanto sólo sabía lo que veía por la ventana.
Cuando una la cruza, piensa que volverá en un abrir y cerrar de ojos, pero no es así, en ocasiones es para siempre.
A veces es malo salir por esa puerta, a veces es para mejor... y otras veces es mejor no haber entrado nunca.
¡Qué peligro tienen las puertas!
ResponderEliminarAl final no sabes si entras o si sales