
Ponerse en el lugar de otra persona es absolutamente imposible. Por más que imaginemos cuáles son las circunstancias a que alguien se enfrenta al tomar alguna decisión y hagamos el exigente esfuerzo racional de intentar pensar como el otro pensaría, jamás podremos desprendernos de la herencia de la propia personalidad. A partir de un gran conocimiento y cercanía, puede uno aproximarse algo a esa utopía. Y puede llegar a decir, sin que resulte realmente falso "me pongo en tu lugar".
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