Hay cosas que no se dicen y mueren en los corazones.
Otras cosas no se dicen y mueren en un blog.



domingo, 21 de marzo de 2010

FRIEDRICH HÖLDERLIN




Todos esos diversos desengaños me deprimieron de manera indecible.


Realmente, creí perecer. Es un dolor sin igual, un contínuo sentimiento de aniquilación, el que surge cuando la existencia ha perdido así su sentido de modo tan absoluto. Me oprimía un desaliento inconcebible. No era capaz de alzar la vista ante los hombres. Incluso temía la risa de un niño. Con todo y con eso, usualmente me sentía muy tranquilo y relajado; solía poseer además una singular fe supersticiosa en la virtud curativa de algunas cosas; a menudo podía esperar calladamente lo que buscaba, de una pequeña compra, de un paseo en barca, del valle que una montaña me ocultaba.


Pero con el ánimo, también mis fuerzas disminuyeron ostensiblemente.


A veces me tomaba la molestia de recoger las ruinas de pensamientos concebidos por mí en otro tiempo; pero el espíritu, activo no hace mucho, había envejecido; y yo sentía cómo su celeste luz, que antes apenas había despuntado para mí, poco a poco se iba ya eclipsando.
Friedrich Hölderlin

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