
Miro al cielo estrellado
y sólo encuentro el infinito
y aquel brillo que me ha deslumbrado
no es mi estrella iluminada,
sino la lágrima de mi corazón herido,
ese que nunca se apaga.
Llantos y dolor,
ríos que recorren mi cara
en cada noche oscura
donde la luna está eclipsada,
con pánico y temor de no volver a sentir
el resplandor de mi estrella iluminada.
Quisiera volver a encenderla
con un solo soplo de mi alma
pero algo que se muere por tristeza
no se puede resucitar con la pena.
y sólo encuentro el infinito
y aquel brillo que me ha deslumbrado
no es mi estrella iluminada,
sino la lágrima de mi corazón herido,
ese que nunca se apaga.
Llantos y dolor,
ríos que recorren mi cara
en cada noche oscura
donde la luna está eclipsada,
con pánico y temor de no volver a sentir
el resplandor de mi estrella iluminada.
Quisiera volver a encenderla
con un solo soplo de mi alma
pero algo que se muere por tristeza
no se puede resucitar con la pena.
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